Thursday, January 24, 2019
Desempolvando por primera vez aquí
No había notado que había pasado todo 2018 sin decir nada porque estuve demasiado ocupada viviendo (y perdiendo el tiempo en redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram, quizá un poco de Youtube también) que no puse atención a esta otra red que ya solo limitaba para poner relatos de ciencia ficción que en algún momento me llegaran a influir. Pero he estado en diversos proyectos, podría enumerarlos aquí mismo.
Hace tiempo me comprometí a ser escritora, y aunque seguí lo más básico, que es escribir, también me he puesto a publicad y difundir (lo cual también es una chinga). Y eso me llevó a lugares oscuros y bajos a los que no quisiera regresar: el descrédito de otros autores que ni lo merecen, el ver como entre otros son serviles, o incluso dejar de lado el gusto por lo que es hacer historias durante unos años con tal de decir que sí, que así se hacen las cosas, cuando están en un error absurdo. No creo que esta entrada pueda quitar lo mucho de heridas psíquicas que quedaron (y que ahora, a mis 33 años y con más valeverguismo de mi parte ya no duelen tanto ni son tan importantes, pero sí son elementos que pueden conducir si no me doy cuenta). Mi actividad un poco como editora, otro poco como colaboradora, se ha limitado también al semanario digital El Ojo de Uk también, por esto mismo es que olvidé que ya tenía estos blogs (como ya dije, esto irá como espejo al que es de Laura Elena Cáceres, porque muchos me conocen como Ciudadana Herzeleid, con lo cual no tengo ningún problema).
¿Por qué extraño esta sensación de escribir sin ninguna directriz o guía? Porque así era en un principio, cuando no le debía nada a nadie, y no pensaba en un grupo o una institución, cuando mis pensamientos volaban libres convertidos en letras y palabras que nadie trastocaba, solamente fluían. Podríamos ver las teorías de muchos psicólogos, pero no los quiero marear con eso. Si ustedes siguieron los 30 días de desintoxicación universitaria, sabrán más o menos el proceso por el que pasé, y si no, el enlace que les pongo les dará una idea del chisme.
¿Qué sentido tiene retomar esto de escribir? Quizá porque estoy aburrida y sin que hacer, pero es que noto que cuando todo fluye, después me quito un peso de encima, y así puedo compartir mucho más y ver y leer a otras almas que aún se dedican al blog, y saben que este formato sigue vigente, pero solo para los que se atreven a leer.
¿Y en qué beneficia esto? No lo sé ¿llegaste hasta acá en la lectura?¿te aporté algo a tu vida o logré distraerte o entretenerte? Con eso puedo darme conforme ¿podrías dar una lectura más profunda de las cosas sin ser un mamón que separa a otros? Ya muchos saben el conflicto que tengo con esas posturas, y por eso las dejo de lado, quien se sienta con ganas de juzgar a otros por ser un mamón para sentirse mejor humano es libre de largarse de aquí, pero si te encuentras leyendo porque te gusta que exista alguien que pueda escribir sin pelos en la lengua pero que también se sienta escuchada, adelante, este es un buen lugar para la chacota, y también para el esparcimiento.
Supongo que es eso, regresar a la infancia donde solíamos andar en parques y divertirnos sin miedo a un secuestro o a creer que el mundo no era culero, cuando en realidad siempre ha sido así, y a pasarla bien y tranquila, bajo otro ritmo que no es el de los horarios impuestos. No lo sé, lo que sí sé es que quiero que todos nos la pasemos bien en esta aventura llamada vida, por algo hay fantasía, ciencia ficción y terror es nuestras vidas, es el espejo de lo que nos ayuda a formarnos para una realidad que nos sobrepasa, pero que también nos dice "nah, no mames, güey, esto no es tan malo porque de aquí hay otras cosas que te ayudan".
No puedo poner un regreso glorioso ni nada, si vieron la de "The Revenant" (o como lo mal tradujeron "El Renacido") entenderán hacia donde voy, la traducción correcta me la dijo un tío que es pocho, y dice que no es "renacido" sino que es el que regresa de la muerte, no es renacer, sino morir y regresar, en inglés eso tiene que ver con espíritus, zombies, vampiros, personas atormentadas, pero un ser humano también puede regresar de la muerte y no sentirse del mundo porque ha llegado al otro lado. Resilente sería una equivalencia con la que me puedo encontrar.
Entonces vengan todos los que han seguido, y se sienten bien con la vida, pero no bajo aspectos de la chafa superación personal, sino que se sienten bien con la vida porque la han seguido, se han hundido y han aprendido de la forma en que se puede, han superado lo suyo, y siguen adelante.
Este espejo viene a ser otro intento, encendamos de nuevo el fósforo del asombro, y el seguir escribiendo por gusto, y espero mantenerlos informados en proyectos, gracias por leer.
Sunday, November 27, 2011
Con los añejos a aquellos restos, e-book
Agarren el libro, es suyo, en impresión aquí
http://www.lulu.com/product/tapa-blanda/con-los-a%C3%B1ejos-a-aquellos-restos/13573966?productTrackingContext=author_spotlight_960232_
Y en versión de descarga (completamente gratuito) aquí
http://www.lulu.com/product/ebook/con-los-a%C3%B1ejos-a-aquellos-restos/17443445?productTrackingContext=product_view/more_by_author/right/1
Así que ya saben, difundan y den a conocer.
Tuesday, July 26, 2011
La visita*
http://ciudadana-herzeleid.deviantart.com/gallery/9158947#/d1f8yir
Sunday, June 19, 2011
Interior de Metal
Publicado en la revista literaria Puño y Letra Num. 7
"Interior de metal"
Autora: Laura E. Cáceres
La conocí esta noche. Tiene la mirada de un ángel y las manos tan suaves como el ala de una paloma. Ha estado callada desde que llegamos a mi casa. No parecía perdida o desamparada, pero tenía el temple de los derrotados. No negó mi ayuda cuando ofrecí llevarla en mi automóvil para alejarla de la lluvia que caía sobre nosotros. La cubrí con mi chamarra de piel, le ofrecí comida, agua y un lugar tibio para pasar el resto de la noche; ella solo asintió.
Trae puesto un suéter azul y pantalones blancos que contrastan con su cabello castaño. Está sentada tan dócil e inocente, en mi sillón. Nos encontramos viendo la televisión que solo pasa estática y ella sigue sin decir nada.
-¿Quieres algo de comer o algo de tomar?-le pregunto con ímpetu de supervivencia.
Sé que no puedo ofrecerle gran cosa. La comida escasea últimamente. Niega con la cabeza mientras tiene ocupados sus ojos en algún punto del piso. Me levanto del sillón y la observo como un niño curioso. Ella parece melancólica, quizás afligida por algo que desconozco. Le caliento una taza de té y se la llevo hasta el sillón.
-Ten, te hará bien, ayudará a calentarte-insisto en ser un buen anfitrión.
Ella mira la taza como si fuese algo que nunca hubiese visto, la acerca a su nariz, la huele, la deja a un lado y se comporta como una criatura temerosa.
-¿No te gusta?¿No te gusta lo que te preparé?-le pregunto con el afecto de un padre.
Ella sigue negándose. Sus ojos se mueven con rapidez. Le rozo la cara con la yema de mis dedos. Su piel es tan fría como la noche allá afuera. Tiene los labios entreabiertos y sus manos buscan las mías, las toca con lentitud, contemplándome. Ella me toca con sus manos heladas y dejo que sienta mi calor. Es torpe en sus movimientos. Palpa mis cejas, mi nariz y mis manos, como si fuese una ciega que no supiese la forma de mi cara. De pronto detiene su búsqueda y vuelve a la posición sumisa de antes. Me mira con sus ojos negros como tinta y pone su mano en mi boca para callarme. Baja la vista como alguien reprimido. Después, me habla con una voz que varía entre la de los demonios y las máquinas.
-Te amo... te amo muchísimo.
Lleva sus manos a su cara, arrancándose la piel como si fuese una máscara que tuviese... que quitarse. A su vez, arrancó parte de sus ropas, mostrando su desnudez andrógina y frágil. Contemplé sus senos unos segundos. Procedió a arrancárselos también como si fuesen algo de que avergonzarse, dejando expuesto sus entrañas de cableado y acero. Su cara es ahora un cráneo niquelado que tienen colgajos de piel; de ellos escurre aceite negro, cual si fuese sangre. Aún quedaban los párpados de su ojo izquierdo. Al verlo me di cuenta que le salía una lágrima cristalina.
-Te amo-repitió con esa voz preternatural. Que solo los robots tienen.
Al decir esto último cayó al piso, desactivó así su mecanismo, derrotada como los demás.
Admiré su cuerpo en el piso y recordé que todavía quedaban muchos de ellos, proscritos en las calles. La conocí esta noche y pude haberla amado de no saber que era como una princesa dormida, esperando despertar de su interior de metal.
Wednesday, December 15, 2010
Normalidad*
Sunday, September 05, 2010
Alice, comedor de cuentos
¿Qué desde cuando como cuentos en grandes cantidades? Pues desde que la conocí a Ella. Estaba solo en un estante junto a mis otros hermanos orejones, no hacía nada ahí, solo dormía un rato, tomaba algo de agua, alguien veía a nuestros compañeros de al lado, que eran los hamsters y los ratones, o veían a los vecinos de arriba, que eran los perros y gatos, y luego se fijaban en nosotros los conejos. Siempre venía gente a ver lo bonitos que éramos, algunos humanos con sus críos golpeaban el vidrio y nos molestaban con eso, otros solamente miraban sin hacernos nada. Normalmente veía como se llevaban al más lindo mientras tenía que esperar días para salir. Justo cuando creí que nadie me iba a comprar, Ella se me quedó viendo. Solo quedábamos yo, el conejo blanco de ojos rosas, y un compañero café que tenía orejas como un perro, solo que más largas. Ella me siguió mirando con la curiosidad de una niña, aunque era más alta, tampoco parecía una adulta, estaba como en medio, recordé que había quien se quedaba viendo largo rato y nunca volvían a ver, pero Ella no me traicionó. Sin saber por qué razón, me sacaron del estante donde había mucha viruta, y me metieron en una cajita oscura. Estaba asustado por que nunca estuve encerrado en un lugar tan pequeño. Fue cuando al abrirse la caja volví a verla. Era una muchacha pecosa de ojos tristes, me acariciaba con sus manos, me sacó para verme de cerca, yo sacudía mis bigotes para sentirla mejor. Me di cuenta que estaba en un lugar repleto de humanos y comencé a temblar.
—No tengas miedo, conejito, ahorita nos vamos y llegamos a la casa.
Supe que estaba en algún transporte porque miré por las ventanas que comenzábamos a movernos, ella venía sentada, me miró con una sonrisa que no cabía en su cara.
—Estas bien bonito, ay, precioso—Decía melosamente mientras me besaba, haciendo “mua mua” en la cabeza.
Me puso de nuevo en mi caja y acariciaba mi lomo, seguí temblando, aunque no sentía tanto miedo como antes. Cerró la caja, se movía conforme ella caminaba, el miedo de estar encerrado también se fue pues supe que no me iba a soltar. Al abrir la caja me encontraba en un cuarto de color rosado. Me puso en un cojín gigante en donde me acomodé porque estaba muy cansado. Arregló un rincón del cuarto y me metió
—Ahora quédate aquí, pórtate bien.
Sacó unas bolsas de plástico que tenían comida.
—Nada más me alcanzó para comprarme esto y no te compre comida ¿podrías comerlo?
Me enseñó una cosa de color rojo que no supe que era.
—Aquí tengo más manzanas. Ten. —Me dijo.
Nunca probé la manzana hasta que ella me dio una. La olí como suelo hacerlo con las cosas nuevas. Sentí asco al principio, era muy dulce para mí.
—-Ay, andale, por favor, comete esto, ahorita no puedo salir por que ya es muy noche, pero si te la comes juro que mañana salgo y te compro tu comida ¿si?.
No habiendo otra opción mastiqué la cáscara que no era tan empalagosa, y seguí masticando por que realmente tenía hambre. Ella se levantó del gran cojín y arregló otro rincón, donde había metido unos trapos blancos y azules.
—-Bueno, este será tu lugar, Alice—Me miró y sonrió—Así te vas a llamar, por “Alicia en el país de las maravillas” —Cuando decía esto, sonreía
Me dio un beso de buenas noches y me metió en el lugar que había preparado para mí. Puso una tabla para que no pudiera salir de ahí, luego puso agua en un tazoncito y se fue a acostar. Quedé en completa oscuridad. Comencé a morder los trapos para entretenerme un rato, todo iba bien, hasta que la tabla se cayó. Aproveché mi libertad y salí a explorar el cuarto. Como no veía nada, pues olía y mordía todo para probarlo. Había algo que se parecía a la pajita de mi jaula, pero estaba deliciosa, sabía dulzón, pero no tanto como la manzana, lo disfruté tanto que seguí mordiendo. Quizá fueron mis mordidas lo que la despertaron ya que Ella se había levantado repentinamente. Prendió las luces y abrió los ojos como si hubiese visto algo que no le gustó.
—¡Alice! ¿Qué hiciste? ¡Mis revistas, mis libros, mis comics! ¡Ah, conejo!
Se levantó apresurada a recoger las cosas que estaba mordiendo y yo me fui corriendo a la puerta del cuarto. Nunca entendí por que me las quitó y las puso en un lugar alto donde yo no podía alcanzarlos, solo estaba probando algo muy bueno y delicioso. Me levantó del suelo por donde andaba, me vio a los ojos y dijo.
—¡Ay, méndigo! ¡Eso no se hace!
Me puso de vuelta en el piso y se puso a buscar algo entre sus cosas.
—Ten, mastica esto, pero no los libros.
Me encerró de nuevo en el lugar con los trapos. Esta vez puso una silla que hiciera soporte para que la tabla no se cayera, así que no pude salir en toda la noche. Lo que me había dado a masticar eran pedazos de madera, sabían igual a la viruta que tenía en mi jaula, me quedé buen rato masticándolos. Entonces Ella se durmió y yo también.
Cuando desperté Ella seguía durmiendo, continuó así un rato, y yo seguía en la misma actividad: masticar. Pero se estaba volviendo aburrido, y ya tenía mucha hambre. Pasado un rato se despertó. No tenía la cara alegre del día anterior, se limitó a dejarme unas manzanas y acariciarme la cabeza. Salió con la mochila y me dejó solo con las luces apagadas, aunque sabía que era de día porque apenas entraban unos rayos de sol por el huevo de la puerta. Cuando regresó me sacó del rincón y me dio un beso en el hocico. Agarró la silla con la que me tuvo prisionero, y quien sabe que magia es la que haya usado pero estaba frente a un cuadrado que brillaba. Y en sus piernas tenía como una tabla de color blanco con la que hacía ruidos como “tiki tik tiki”. Me acerqué a sus pies y comencé a morder la suela de sus zapatos. Ella dejó de hacer el “tiki tik” y me miró.
—Deja, estoy escribiendo. Tengo que entregar este cuento.
Entonces supe que el “tiki tik tiki tik”era eso que hacía ¿Cómo dijo? Escribir, si, eso dijo ¿Cómo escribir? Es algo que sigo sin entender. También me explicaba que los libros no eran para comerse, aunque decía otra palabra que tampoco entiendo ¿Cómo me decía?...“¡Alice, tu eres un comedor de literatura, literalmente, conejo travieso!” Creo que eso tan sabroso que llama “libros” es la “literatura”. Y por supuesto que también hace cuentos. No eran muy diferentes de los libros. Recuerdo la primera vez que por fin vi como era un cuento realmente. Salían de una cosa gris rectangular, Ella sacaba un papel muy blanco, lleno de rayas punteadas de color negro, miraba las rayas con atención, y luego hacía bolita ese papel para tirarlo en el bote. Supe que esos eran “cuentos” porque siempre decía que nunca le había gustado como quedaba su “cuento”. En alguna ocasión no tiró correctamente en la basura su cuento, sino que estaba en el piso, me acerqué a verlo, me preguntaba como es que ponía tanta atención en eso y después lo desechaba ¿por qué no me lo daba a mí? Fue así que probé mi primer cuento, y sabía delicioso.
Ya antes la había visto de ese modo. Se la pasaba horas frente a ese cubo que brillaba, viéndolo por horas mientras, escribiendo sin parar (ya dije que eso es el “tliki ttik” que hacía, pero nunca supe que significa “escribir”). Los ojos se le ponían tan rojos como los míos. Ese día estaba tan cansada que se durmió, olvidando recoger la hoja rayada que salía del cubo rectangular. Yo era muy pequeño para alcanzarla, pero antes había logrado saltar tan alto como para salir de mi rincón. Medité el salto perfecto, pero al final no tuve que hacer nada, ya que la hoja cayó sola, me acerqué listo para comérmela. Entonces noté que esas rayas punteadas que tenía parecían dibujos, las miré un rato sin saber que hacer, y fue cuando empecé a masticar siguiendo las líneas, como si tuviesen una indicación para seguir, como un olor al que estaba persiguiendo. Ella se despertó, no me di cuenta hasta que estaba levantada, una gigante bondadosa que se enojaría por comer lo que no debía, ya antes me lo había dicho, pero no puedo evitarlo, es el instinto de morder por que si no lo hago me empiezan a doler los dientes. Pero me vio con cansancio, levantó la hoja mordida y sonrió torcidamente.
—No te apures, Alice, de todos modos no era para alguna editorial importante o una revista. Seguramente estaba destinado a que tú te comieses este cuento porque no estaba bien y necesitaba correcciones. ¡Gracias, chiquito!
Acarició mi cabeza y mi lomo con suavidad, besó mis orejas y se sentó a seguir escribiendo. Alejó todo los libros del piso desde la primera vez que los mastiqué, desde entonces solo me da a masticar maderitas. Pero fue en esa ocasión tan especial en que me convertí en el comedor oficial de sus cuentos, los cuales, en las contadas ocasiones que me los da, me encanta comer y saborear mientras Ella sigue escribiendo.
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Cuento publicado originalmente en mi blog de opinión link y sacado al aire en el programa de "Nina Felina" de Matamoros
Saturday, June 26, 2010
Su otro universo*
Thursday, January 28, 2010
Reintroducción a nuevas expectativas e imágenes
Hago este escrito pues el plazo se acerca, pero poco a poco iré juntando las publicaciones que tengo dispersas en internet aquí, y les ruego a los lectores en general que me digan sus opiniones. Pero esto será mientras espero a cumplir.
He reactivado este blog porque lo necesitaba, y porque sacudirse las telarañas mentales es bueno. Y es con estas expocisiones y con estos textos que comenzaremos el año.
Firma: Laura E. Cáceres
Friday, April 03, 2009
Convocatoria
ciudadanaherzeleid@gmail.com
Si pasa un año y no veo resultados que conviertan esa creación en algo de contenido con papel y su respectivo lomo, cubierta, pasta, portada y contraportada, entonces me tendré que ver obligada a que el libro suba a internet para que pase a ser de todos.
Gracias